Clube 11
Clube 11 es el sauna de garotos de programa con más trayectoria en Salvador de Bahía. Tengo la suerte de estar visitando esta ciudad justo en la semana de su vigésimo aniversario.
Dónde queda Clube 11
Salvador, la vibrante capital de Bahía, fue fundada sobre antiguos asentamientos de pueblos originarios. Esa herencia sigue viva en la toponimia de la ciudad: Itapuã, Abaeté, Itacaranha, Pernambués y Periperi son solo algunos ejemplos de nombres con raíz tupí-guaraní.
Tororó, el barrio donde está ubicado Clube 11, forma parte de esa tradición. El sauna está a pocas cuadras del Dique de Tororó, que se alimenta de un manantial natural que durante siglos fue una de las principales fuentes de agua potable de la región.
Si buscas información en internet sobre la seguridad de la zona, lo que aparece no es alentador. Sin embargo, la mayoría de esos datos tienen más de diez años, y en mi opinión no reflejan la realidad actual.
He recorrido sus calles a distintas horas del día y me pareció un barrio razonablemente seguro. Quizá a un europeo o norteamericano le choque la apariencia de sus construcciones y comercios, pero no deja de ser un típico barrio latinoamericano de clase media baja: trabajadores manuales, oficinistas, vida cotidiana.
Las instalaciones

Clube 11 funciona en una casa antigua cuya fachada azul claro se ha conservado, mientras que el interior fue completamente remodelado. Si llegas en Uber, te deja en la puerta sin problemas. Si vas caminando, no te confíes de la numeración de las casas: en Salvador rara vez sigue un orden lógico.
En la planta baja está la recepción, con el sistema clásico de la mayoría de los saunas brasileños. Te entregan una llave con número que sirve a la vez como tu ID de consumo: lo que tomes o uses se carga ahí y lo pagas al salir.
Tras la recepción, un pasillo conduce al área principal.
A la izquierda: los lockers y algunos baños.
A la derecha: la sala del masajista y un cuarto de descanso con TV, donde los garotos suelen reunirse a ver partidos de fútbol.
El pasillo desemboca en un mezzanine amplio con sillones y mesas. Desde allí ves el gran espacio central de tres niveles. A la derecha está la escalera al piso superior, donde están los cuartos (hay tres categorías), baños y una sala de video.
Hacia la izquierda, una escalera baja al nivel inferior: allí están el bar (con cocina propia), varias mesas, un pequeño escenario, más baños y los saunas seco y húmedo.
La experiencia

Ya saben que me encantan los saunas como espacio social, pero no uso la zona de sauna propiamente dicha. No me desnudo: voy al bar, tomo algo, converso y, si hay química, paso directo a los cuartos.
Hasta ahora fui cuatro veces: un viernes, un martes y en sus dos días más concurridos, miércoles y sábado. La experiencia fue excelente en todas.
Instalaciones: modernas, limpias y bien mantenidas. Única crítica: las duchas de las suites no tienen agua caliente (algo que deberían arreglar). Las suites que usé tenían aire acondicionado funcionando, sábanas limpias, almohadas y muebles para usar como accesorios de la cogida.
Personal: amable y atento, sin exigir propinas para tratarte bien.
Bar y cocina: tragos bien servidos y sabrosos. No probé la comida, pero el aroma era muy tentador.
Shows: estándar para este tipo de lugares.
Garotos: gran variedad, en número suficiente para elegir.
El único “problema” después de una semana es que ya conozco a casi todos. Pero me quedan tres semanas en Salvador y seguramente la rotación de garotos renueve el menú.
Algo que me llamó la atención: los muchachos son muy poco insistentes. Te saludan con un apretón de manos y solo se quedan si ven interés de tu parte. Me parecieron bastante menos insistentes que sus colegas de Río o São Paulo. Además, la mayoría son abiertamente versátiles, algo que me sorprendió gratamente.
¿Lo recomiendo?
Sí, sin dudas.
Está cerca de Barra, donde se hospedan la mayoría de los visitantes.
Instalaciones modernas, equipadas y limpias: mucho mejores que las de los saunas de Río.
Precios accesibles, con tarifa reducida para quienes, como yo, solo usamos el bar.
La entrada de los garotos es muy barata (20 R o menos), lo que asegura buena concurrencia de trabajadores.
Excelente trato del personal, ambiente acogedor y sin pretensiones. En contraste con Río, me trataron como a un rey sin necesidad de que diera propina.
Si vas, ten en cuenta que a partir de las 5 PM empieza a llenarse, con un “happy hour” de clientes que pasan antes de volver a casa y a sus esposas (Salvador es una ciudad de muchos tapados). La hora pico es alrededor de las 7 PM.
No se borren.
Hasta la próxima pinga, amig@s!
📧 josesoplanucas@gmail.com



